Una guía práctica para la experiencia sensorial

Comprender la ciencia detrás del sabor es el primer paso; experimentarlo personalmente es el siguiente. Desarrollar el paladar no es un don innato, sino una habilidad que se entrena. Es un proceso cognitivo deliberado de aprender un nuevo lenguaje y construir un marco mental para los datos sensoriales.

La ciencia de la percepción: más que solo gusto

El "sabor" es una experiencia multisensorial, una fusión de la gustación (lo que la lengua percibe) y la olfacción (lo que la nariz huele).   

  • Gustación: la lengua detecta cinco sabores básicos: dulce, ácido (acidez), amargo, salado y umami. En el café, nos centramos principalmente en la dulzura, la acidez y el amargor.   

  • Olfacción: la nariz detecta miles de compuestos aromáticos volátiles. Aquí es donde reside el matiz de "chocolate", "floral" o "afrutado". La percepción se produce de dos maneras: ortonasal (al oler el café molido o la bebida) y retronasal (aromas que se perciben en la parte posterior de la garganta al beber).

Practique la cata consciente. Realice una versión simplificada de una cata profesional en casa :   

  • Huela el café recién molido en seco (fragancia).

  • Añada agua caliente y huela los granos húmedos (aroma).

  • Sorba el café ruidosamente. Esto airea el líquido, rociándolo por todo el paladar y llevando los compuestos volátiles a los receptores olfativos para una experiencia de sabor completa.   

  • Concéntrese en identificar la acidez, el cuerpo (sensación en boca) y las notas de sabor específicas.

  1. Construya su biblioteca sensorial. Huela y pruebe activamente otros alimentos en su vida diaria: frutas, especias, chocolates, flores. Almacene conscientemente esos recuerdos. Esto crea un "banco de memoria de aromas" al que puede recurrir al catar café.   

  2. Compare y contraste. Pruebe dos cafés diferentes uno al lado del otro para que las diferencias sean más evidentes, como un Caturra brillante junto a un Castillo suave.   

  3. Lleve un diario. Tomar notas ayuda a registrar las experiencias y a desarrollar un vocabulario sensorial personal y preciso.   

Este proceso demuestra que el catador experto no nace, se hace. Es una habilidad alcanzable para cualquier cliente curioso, que le permite participar en el mundo del café de especialidad en lugar de sentirse intimidado por él.

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